¿Quién no recuerda a Griezmann, en su camino hacia convertirse en el cuarto máximo goleador de la historia del Atlético y en la estrella absoluta del equipo, asegurando que estaba para sentarse en la mesa de Messi y Cristiano? Por aquel entonces tuvo que conformarse con acariciar el Balón de Oro, pero a día de hoy ha recuperado el nivel como para compartir mesa y mantel con cualquiera de los que reinan en Europa.